¿Qué haría hoy Don Quijote con los molinos?

Todos somos un poco quijotes. No por ser una perogrullada es menos cierto. Todos tenemos nuestros molinos particulares, y que levante la mano aquel que no esté un poco loco. Porque hay que estar un poco loco para aguantar la que nos está cayendo…

No quiero llamar la atención de vuestras mercedes acerca de nuestra política de juzgado de guardia, ni sobre lo mal que está la economía, o referirme a la corrupción sistémica que campa a sus anchas. Para eso ya están otros medios y a don Alonso eso le viene dando igual. A don Quijote le preocupaban los gigantes, y a Sancho le preocupaba su señor, no fuera a ser que en un arranque de locura se fuera a dar de morros contra un molino, y para qué queremos más, amigo Sancho…

Todos somos un poco quijotes. Nos enfrentamos a nuestros gigantes de la mejor manera posible. Todos tenemos obstáculos que superar en la vida, y los superamos como mejor sabemos o podemos. A veces, los gigantes resultan ser simples molinos, una vez que los vemos de cerca y comprobamos que vaya, no era para tanto. Otras veces son verdaderos gigantes capaces de aplastarnos de un pisotón al mínimo descuido.

¿Y qué hacemos los quijotes modernos cuando nos enfrentamos a una de esas bestias? Pataleamos. Escribimos de forma airada en la primera red social que tengamos a mano. Inventamos hashtags, los difundimos, nos ponemos banderitas y simbolitos en las fotos de Facebook. Protestamos airadamente en el bar de la esquina cerveza en mano y gritamos a los cuatro vientos lo que haríamos nosotros de estar al mando del mundo.

No, los quijotes modernos no nos subimos a nuestros Rocinantes y lanza en mano nos abalanzamos sobre el Gargantúa de turno. Los quijotes modernos nos hacemos selfies y ponemos frases ingeniosas en Instagram. Porque somos así, porque todos somos un poco quijotes y estamos un poco locos, pero no lo suficiente como para levantar el culo y acercarnos a un gigante a ver si de verdad lo es o sólo es un simple molino.

Quizás algún Quijote lo suficientemente perturbado lo haga, se levante del sillón y se marche a combatir gigantes a Lesbos. Pero son los menos. Nuestras almas quijotescas están demasiado adormecidas y nuestra locura duerme el sueño de los benditos desde hace tiempo, excepto para asomar la nariz en 140 caracteres para ir de guay y de comprometido.

Todos somos un poco quijotes y estamos algo locos, pero somos demasiado conformistas como para lanzarnos a la aventura de derribar gigantes o exponerlos como los molinos que son. Hoy en día, don Quijote no hubiera salido siquiera de su casa. Habría quedado por whatsapp con Sancho y Dulcinea para ir a tomarse unas cañas y se habrían hecho un selfie frente a los cuatro gigantes de la Castellana…

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